Concebida para contar historias a través de distintas plataformas, la narrativa transmedia puede llegar a conllevar tantos riesgos como beneficios nos puede proporcionar. En primer lugar, al tratarse de una literatura multimedia nos ofrece la posibilidad de aprovechar las fortalezas de los distintos formatos, lo que abre todo un campo de oportunidades donde el único límite reside en la imaginación de su autor.
Sin embargo, la narrativa transmedia no debe perder de vista la coherencia necesaria que nos exige cualquier obra. El inicio de todo proyecto transmedia exige plantearse desde un principio qué tipos de formatos vamos a utilizar y qué queremos conseguir con ellos. La estrategia transmedia puede permitir que las historias no sean lineales, pero jamás se debe olvidar que cada una de las partes debe coordinarse perfectamente con el resto.
Diego Rivera, director de creatividad de la agencia Best Relations aconseja, tal y como recoge Luis Miguel Díaz en su blog, plantearnos varios puntos a la hora de comenzar una estrategia transmedia: un guión que resuma nuestros objetivos, múltiples canales, diversos grados de profundidad y el uso de una segunda o tercera pantalla.
Otro de los conceptos que no debemos menospreciar es la implicación emocional del receptor, clave en el éxito de cualquier narrativa transmedia. En este sentido, el videojuego se ha convertido en una de las principales armas utilizadas para fidelizar a aquellas personas que siguen nuestra historia. Así lo explica Bart Decrem, jefe de Disney Mobile y uno de los principales desarrolladores de videojuegos de Silicon Valley que, sin embargo, aconseja definir de manera clara “lo que es posible y lo que no”, ya que la participación exige un cierto grado de realidad que, de no existir, puede llegar a provocar rechazo por parte del receptor.
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