lunes, 6 de junio de 2016

Presta un libro


Cualquiera pudiera pensar que el préstamo de libros, ya entre amigos, compañeros, o a través de esas grandes ignoradas, las bibliotecas, es enemigo natural de la venta.

Parece indiscutible que quien lee un libro prestado no se lo compra (aunque mi estantería y la de muchos de mis amigos lo desmientan: lo leíste, te encantó... y un día, quizá años después, lo compraste, esta vez en tapa dura).

Pero un lector convencido es un comercial impagable. Podríamos hablar ahora de WoM (Word of Mouth, o el boca a boca de toda la vida pero vestido a la moda), de recomendación o de animación a la lectura. El caso es que, si bien en su día hablábamos de las recomendaciones en prensa, lo que más nos mueve a iniciar la lectura de un nuevo libro es la recomendación de leerlo por parte de alguien que respetamos como amigo y consejero.

Si además tiene el libro y enuncia tras recomendarlo las palabras mágicas "te lo presto" pues el negocio nos sale redondo. A nosotros lectores, que no a las editoriales.

Pero aquí va lo interesante. Es evidente que un préstamo evita una venta. Sin embargo cuando nosotros, que no poseemos el libro que leímos prestado, recomendamos su lectura a otro que nos tenga a su vez por opinión respetable, estamos sin duda incitando a su compra, pues no hay "te lo presto que valga" (familia y grupos de amigos excluidos, por aquello de "que te lo preste" el mecenas de turno). De nuestra defensa vehemente de la calidad e interés del libro dependerá lo rápido que suceda la compra.

Por tanto, el préstamo no es sino una fabulosa manera de expandir las bondades de un libro, convirtiendo al lector en impagable agente comercial de la obra.

Así que ale... a prestarse libros.

PD.- A las palabras mágicas de "te lo presto" rara vez le siguen las mucho más místicas y espirituales de "te lo devuelvo". Por eso tengo yo American Psycho 2 veces.

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