martes, 26 de abril de 2016

Críticas favorables




Uno de mis mejores amigos dice que ha encontrado un método infalible para saber si le va a gustar una película: si la locutora del programa de cine de la emisora de radio que escucha la recomienda, ya sabe que no debe ir a verla. Sencillo.

Encontramos crítica en casi todos aquellos ámbitos en los que es pertinente una elección por nuestra parte: cine, restaurantes, vinos... Además, de la mano de las redes sociales han llegado una horda de críticos sin estatus, cuya valía no viene al hilo del detalle sino de la estadística (o cómo nadie duda de un cinco estrellas de TripAdvisor), de los que nos fiamos por infalibles a la vez que cercanos.
Si miramos hacia lo editorial (mis disculpas si alguno pensó que esto iría de cine), la cosa da para alguna vuelta más.

Dejando al lado discusiones sobre crítica literaria, o sobre revistas como Qué Leer o Quimera, quiero centrar la mirada en esas frases entrecomilladas que salpican las contraportadas de los libros.

¿Es un motivo de compra lo que un periódico diga?, ¿nos convence más que la siempre tramposa sinopsis?, ¿el número de frases marca la diferencia?
Es evidentemente una alegría para cualquier publicación (así como para todo el equipo que la hizo posible) recibir una buena crítica. Y por qué no incuirlas en la siguiente edición. Al fin y al cabo, puestos a respaldarnos con opiniones, usemos aquellas de prestigio.

Pero... ¿ayudan a vender?, ¿sucede como con mi amigo, algunas recomendaciones son disuasorias?. Si hubiera un TripAdvisor de libros... ¿aparecerían las puntuaciones en las contraportadas?

Entendiendo que formulo preguntas sin respuesta, queda claro que sólo se pretende la reflexión.

Una vez hecha... bueno, me permito decir que el último libro que leí, plagado de buenas frases de la crítica, me ha parecido infumable.

Lo que está claro es que la técnica de los testimonios lleva años haciéndose en Estados Unidos. Por algo será...

Tal vez debiera apuntarme los nombres de aquellos críticos que siempre me aciertan el gusto. Mi madre, sin ir más lejos.

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