viernes, 14 de diciembre de 2012

De la biblioteca del barrio a la Real Academia



Durante los últimos días, el blog de Edamel ha dado un repaso al fenómeno de los clubes de lectura. Hemos analizado sus objetivos y hemos visto lo sencillo que puede resultar ‘cocinar’  estas actividades, si se cuenta con los medios y los ingredientes adecuados.

Hemos querido hacerlo, además, sin olvidar el punto de vista de las empresas culturales, que, entendemos, pueden obtener beneficios de la promoción de este tipo de clubes. Y tampoco hemos dejado de lado el lado social del asunto, ya que, como hemos visto, un club de lectura es una manera tan buena como la que más de hacer vida en comunidad y permite que personas con intereses y aficiones comunes se encuentren… y que, desde esa base, se cimientan relaciones y proyectos comunes.

Los clubes de lectura comenzaron en ámbitos muy reducidos, como tertulias en bibliotecas locales pero, poco a poco, instituciones públicas, medios de comunicación y editoriales han ido abrazándolos. Como ejemplo más que significativo, podemos reseñar la información, conocida en abril, de que la Real Academia de la Lengua española (RAE) prepara su propio club de lectura.

Según explicó el secretario de la Academia, Darío Villanueva, el club de lectura nacerá en 2013, dentro del programa del tercer centenario de la Academia y pretende animar a la lectura “ingenua, no erudita” de los grandes textos de la literatura española. Estará, según adelantó Villanueva, vinculada a la recientemente creada Biblioteca Clásica. Impulsada por la RAE y la Obra Social la Caixa y editada por Galaxia Guntenberg-Círculo de Lectores, esta colección incluye títulos como Lazarillo de Tormes, La Dorotea, o La Celestina. 
Es un caso que habla por sí mismo. Que la más importante institución que vela por el bien de nuestro idioma se fije en los clubes de lectura nos tiene que dar una idea del poder de este arma cultural cargada de futuro.

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